El haiku (俳句?) es una forma de poesía tradicional japonesa. Consiste en un poema breve, generalmente formado por tres versos de cinco, siete y cinco moras
respectivamente. Comúnmente se sustituyen las moras por sílabas cuando
se traducen o componen en otras lenguas. La poética del haiku
generalmente se basa en el asombro y el arrobo que produce en el poeta
la contemplación de la naturaleza.
Es común relacionar el haiku con el zen. Sin embargo, aunque el zen utilizó el haiku para la difusión de su filosofía, dista mucho de ser el origen del mismo. En el Man'yōshū (obra clásica de recopilación de poesía del siglo VIII)
hay muchos poemas de 31 moras donde aparece ya la actitud
característica del haiku: la Naturaleza no es excusa de los sentimientos
humanos, sino objeto poético en sí mismo. O, lo que es lo mismo, el
poema surge «del asombro del japonés primitivo por lo que ocurría en la
Naturaleza».2 Se trata de una espiritualidad característicamente japonesa, anterior al zen y al propio budismo, y vinculada al sintoísmo.
La vinculación con el zen se produjo cuando en el siglo XVII Matsuo Bashō, monje budista, lanzó el haiku a la popularidad en Japón. En el siglo XX Daisetsu Teitaro Suzuki, gran maestro budista zen, enfoca el haiku como expresión poética del zen en su obra El zen y la cultura japonesa. Esto solo es válido para algunos haikus, pero a través de la obra de Reginald Horace Blyth, difusor del haiku en el mundo anglosajón, el enfoque de Suzuki se ha dado a conocer ampliamente.
El haiku forma parte de una familia de formas poéticas japonesas en
las que se combinan versos de cinco y siete moras. La forma métrica
característica del haiku (un tercetillo cuyos versos tienen 5, 7 y 5
moras, respectivamente) aparece ya en el siglo VIII con el nombre de katauta.3 Dos katauta formaban un mondoo, un diálogo entre dos personajes, en el que el primer katauta es una pregunta y el segundo la respuesta a la misma.
Desde finales del siglo VIII, la forma poética más común es el tanka: se trata de una canción corta formada por dos estrofas desiguales. La primera, llamada hokku, sigue el patrón característico del katauta (y del haiku): un tercetillo 5-7-5, mientras que la segunda está formada por dos versos de 7 moras. Dado su predominio, al tanka se le conoce también como waka: es la «canción» por antonomasia.
Los tanka aparecían a menudo encadenados en una forma superior, el renga: a un tanka inicial le sucedían varias respuestas, que podían ser obra de diversos poetas. Cuando el renga tenía un tono humorístico, se le llamaba haikai renga (haikai quiere decir «divertido»).
El haikai renga se consideraba una forma popular, sin demasiadas pretensiones artísticas. Sin embargo, en el siglo XVII Bashō, a la vez que compone haikai renga, cultiva el hokku
como una forma autónoma, dotándola de una poética nueva, influida por
el budismo zen y heredera de la actitud de asombro y arrobo ante la
naturaleza que aparece ya en las primeras manifestaciones de la lírica
japonesa.
A estos hokku que no forman parte de una serie (renga) ni de un tanka y que tienen un elevado valor poético el poeta y crítico Shiki (1867-1902) los bautiza con el neologismo haiku, y a través de su revista literaria Hototogisu
el término se populariza dentro y fuera de Japón. A partir de entonces,
el haiku se consolida como una forma poética autónoma con sus propias
convenciones y reglas.4
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